21/09/2024

Kant y la crítica de la razón pura (II): la Estética trascendental

 

Como vimos en el post anterior, Kant se pregunta cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en matemática y ofrece una respuesta en las páginas siguientes de la Crítica, en lo que denomina la Estética trascendental.

Kant distingue dos troncos del conocimiento humano: la sensibilidad, a través de la cual se nos dan los objetos, y el entendimiento, mediante el cual los pensamos1:

La capacidad (receptividad) de recibir representaciones, al ser afectados por los objetos, se llama sensibilidad. Los objetos nos vienen, pues, dados mediante la sensibilidad y ella es la única que nos suministra intuiciones. Por medio del entendimiento, los objetos son, en cambio, pensados y de él proceden los conceptos2.

La intuición es el modo por medio del cual el conocimiento se refiere inmediatamente a los objetos y es a lo que apunta todo pensamiento en cuanto medio3.

La sensación es el efecto que produce un objeto por el que somos afectados sobre la capacidad de representación. La intuición que se refiere a un objeto por medio de una sensación es una intuición empírica, y su objeto es un fenómeno4. En cambio, las representaciones en las que no se encuentra nada perteneciente a la sensación dan lugar a la intuición pura5.

Si separamos de la representación de un cuerpo lo que el entendimiento piensa de él y lo que pertenece a la sensación (nos dice Kant, respectivamente la sustancia, fuerza y divisibilidad, y la impenetrabilidad, dureza y color, por ejemplo), todavía queda algo, la extensión y la figura, que pertenecen a la intuición pura

y tienen lugar en el psiquismo como mera forma de la sensibilidad, incluso prescindiendo del objeto real de los sentidos o de la sensación6.

La estética trascendental es entonces la ciencia de todos los principios de la sensibilidad a priori y la trata como la primera parte de la doctrina trascendental de los elementos, en oposición a la lógica trascendental, que contiene los principios del pensar puro7.

El método que aplica Kant en la estética trascendental es aislar la sensibilidad, separando todo lo que en ella piensa el entendimiento para que quede solo la intuición empírica y a continuación, apartar de la intuición empírica todo lo que pertenece a la sensación, para quedarnos con la intuición pura y la mera forma de los fenómenos, que son los únicos elementos que puede suministrar la sensibilidad a priori. Kant identifica dos formas puras de la intuición sensible como principios del conocimiento a priori: el espacio y el tiempo.

En la exposición del concepto de espacio, Kant presenta las siguientes reflexiones:

  1. El espacio no es un concepto empírico extraído de experiencias externas. En efecto, para concebir sensaciones respecto a algo exterior, hay que presuponer la existencia de espacio. Su representación no puede derivar de la experiencia, sino que la experiencia externa requiere como presupuesto el espacio8.

  2. El espacio es una necesaria representación a priori que sirve de base a todas las intuiciones externas. No podemos imaginar la falta de espacio, pero sí que no haya objetos en él. El espacio es una condición de la posibilidad de los fenómenos9.

  3. El espacio no es un concepto discursivo, es decir, un concepto universal de relaciones entre cosas, sino una intuición pura. Solo podemos representarnos un espacio único. Si hablamos de espacios, son partes del espacio único, que no forman el espacio como elementos que lo compongan y no pueden ser pensadas sino dentro de él. En realidad, la multiplicidad del espacio único surge al limitarlo.

  4. El espacio no es un concepto, porque de un concepto se derivan muchas representaciones (como del concepto animal se derivan todos los seres que participan de él sin ser idénticos a él) y ello no ocurre con el espacio, porque las divisiones del espacio son partes de él. Por ello, el espacio no es un concepto sino una intuición a priori10.

Una vez demostrado que el espacio es una forma a priori de la intuición, mediante la exposición trascendental demuestra que el espacio es una condición necesaria y suficiente para emitir juicios sintéticos y a priori en geometría. Nos dice Kant:

La geometría es una ciencia que establece las propiedades del espacio sintéticamente, y, no obstante, a priori. ¿Cuál ha de ser, pues, la representación del espacio para que sea posible semejante conocimiento del mismo? Tiene que ser originariamente una intuición, ya que de un simple concepto no pueden extraerse proposiciones que vayan más allá del concepto, cosa que, sin embargo, ocurre en la geometría.11

Para Kant un concepto tiene una definición, y desde el punto de vista lógico, a partir del concepto solo se puede llegar a lo que contiene el concepto. Como Kant sostiene que en geometría se pueden hacer juicios sintéticos a priori, y aquella versa sobre las características del espacio, el espacio no puede ser un concepto sino una intuición12.

El tiempo es la otra forma a priori de la intuición. La reflexión de Kant sobre el tiempo corre paralela a la que anteriormente ha hecho en relación al espacio.

  1. El tiempo no es un concepto empírico extraído de alguna experiencia. Para hablar de coexistencia y de sucesión hay que presuponer el tiempo13.

  2. El tiempo es una representación necesaria que sirve de base a todas las intuiciones. De los fenómenos no se puede eliminar el tiempo, pero sí que es posible eliminar los fenómenos del tiempo. El tiempo es una condición general de la posibilidad de los fenómenos14.

  3. El tiempo tiene solamente una dimensión: tiempos diferentes no pueden ser simultáneos sino sucesivos, y estos principios no los puede suministrar la experiencia, porque no aportaría su necesidad ni su universalidad. Son reglas bajo las cuales es posible la experiencia, y nos informan con anterioridad a ella, no a través de ella15.

  4. El tiempo es una forma pura de la intuición sensible, no un concepto discursivo. Igual que pasa con el espacio, tiempos diferentes son partes de un mismo tiempo, y como el espacio, la representación que solo puede darse a través de un objeto único es una intuición.

  5. Del mismo modo que en el espacio, el tiempo solo admite partes introduciendo limitaciones al tiempo único. En estos casos, cuando las partes de un objeto solo pueden representarse mediante limitaciones, la representación entera no puede darse mediante conceptos, porque solo contienen representaciones parciales, por lo que tiene que ser una intuición inmediata.

A estos argumentos añade Kant que el concepto de cambio y de movimiento solo es posible presuponiendo el tiempo como forma a priori de la intuición, porque nada puede cambiar si no es en la representación del tiempo y a través de ella16. Nos dice Kant que

El tiempo únicamente posee validez objetiva en relación con los fenómenos, por ser estos cosas que nosotros consideramos como objetos de nuestros sentidos. Pero deja de ser objetivo desde el momento en que hacemos abstracción de la sensibilidad de nuestra intuición. Es decir, del modo de representación que nos es propio, y hablamos de cosas en general. Consiguientemente, el tiempo no es más que una condición subjetiva de nuestra (humana) intuición (que es siempre sensible, es decir, en la medida en que somos afectados por objetos) y en sí mismo, fuera del sujeto, no es nada. Sin embargo, es necesariamente objetivo en relación con todos los fenómenos y, por tanto, en relación con todas las cosas que pueden presentarse en nuestra experiencia.17

En la idealidad trascendental del tiempo, prescindiendo de las condiciones subjetivas de la intuición sensible no es nada ni puede ser atribuido a los objetos en sí mismos18.

De la explicación del espacio y del tiempo, Kant destaca que son dos fuentes de conocimiento de las que pueden surgir conocimientos sintéticos a priori, como lo muestra la matemática pura en el conocimiento del espacio y sus relaciones. Son condiciones de la sensibilidad se refieren a objetos considerados solo en cuanto fenómenos, pero no representan cosas en sí mismos. Solo son válidos en el terreno de los fenómenos, y fuera de él, dichas fuentes de conocimiento dejan de usarse objetivamente19.

Kant llama la atención también sobre la distinción entre las cosas en sí y la cosas en tanto aparecen a través de la intuición. Las cosas en sí, a las que se ha denominado noúmenos, son las cosas que existen con independencia de la intuición y por ello, existen fuera del espacio, mientras que las que aparecen a través de la intuición, son los fenómenos, que son intuidos en el espacio20. Nos dice Kant

(…) en el fenómeno, los objetos (…) so siempre considerados como algo realmente dado. Pero, en la medida en que, en la relación del objeto dado con el sujeto, tales propiedades dependen únicamente del modo de intuición del sujeto, establecemos una distinción entre dicho objeto en cuanto fenómeno y en cuanto objeto en sí.21

Esta dicotomía ha sido objeto de numerosas interpretaciones, que nos ocuparía mucho espacio exponer con rigor, pero podemos apuntar que la cosa en sí, que no está en el espacio, se identifica con la cosa que intuimos en el espacio; otros piensan que si no está en el espacio, la cosa en sí no existe y que solo tiene que ocuparnos la cosa en tanto intuida; se dice también que la cosa en sí es la causa de la cosa intuida. Sea cual sea la interpretación real de lo que expuso Kant, supone un paso adelante en el análisis filosófico que hasta entonces había distinguido entre realidad y apariencia, lo que existe y lo que percibimos. El fenómeno no es apariencia, sino lo que mediante la intuición registra el intelecto, mientras que la cosa en sí es lo que no se percibe por la conciencia. El cambio de orientación consiste en que si el fenómeno es lo que aparece en tanto que aparece, no tiene sentido plantearse si es verdadero o falso, como se hacía cuando la cuestión se planteaba en términos de realidad y apariencia, en que la apariencia podía ajustarse más o menos a la realidad, lo que en la perspectiva kantiana se presenta como un falso problema.


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1 Immanuel Kant: Crítica de la razón pura, pág. 57. Editorial Gredos. Barcelona 2017. Utilizamos en esta ocasión por ser más reciente la traducción de Pedro Ribas.

2 id., pág. 61.

3 id.

4 id.

5 id., pág. 62.

6 id.

7 id.

8 id., pág. 64.

9 id.

10 id., págs. 64-65.

11 id., págs. 65-66.

12 id., pág. 66.

13 id., pág. 69.

14 id., págs. 69-70.

15 id., pág. 70.

16 id., pág. 71.

17 id., págs 72-73.

18 id., pág. 73.

19 id., pág. 75.

20 id., pág. 82.

21 id.


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