29/06/2024

George Berkeley: esse est percipi, existir es ser percibido


El más relevante de los irlandeses que han destacado por sus aportaciones al mundo de la filosofía, si es que alguna vez hubo otro, sin duda es George Berkeley (1685-1753) por su particular visión del método empirista y las conclusiones que extrajo de su aplicación. Su inclinación inicial fueron las matemáticas e incluso escribió una Teoría de la visión, que ha sido un texto clásico sobre psicología de la percepción. Adoptó el estado eclesiástico y fue ordenado obispo anglicano. Su actividad se desarrolló primero en Inglaterra y posteriormente en América del Norte. Elaboró un proyecto misionero en las islas Bermudas con desarrollo urbanístico, que no llego a llevarse a cabo. En su honor tiene su nombre la ciudad universitaria de Berkeley (California) por su contribución a la expansión del Imperio Británico hacia el oeste.

Su obra capital es Principios del conocimiento humano1, que escribió a los 25 años, que fue acompañada más tarde por una versión más accesible de sus teorías en sus Tres diálogos entre Hilas y Filonús2.

Su filosofía es una apologética de la religión desde una perspectiva sorprendente, en la que muestra su rechazo al materialismo con la aplicación del método empirista.

En los Principios del conocimiento humano, Berkeley establece que la dificultad que tiene el hombre para indagar sobre la naturaleza de las cosas no ha de atribuirse íntegramente a nuestras propias facultades, sino que los errores proceden más bien de no usar de aquellas como es debido3. Por ello se propone

llevar a cabo una estricta investigación sobre los primeros principios del conocimiento humano, analizarlos y examinarlos en todos sus aspectos; especialmente, en tanto que es posible que existan algunos fundamentos para sospechar que esos obstáculos y dificultades, que frenan y entorpecen la mente en su búsqueda de la verdad, no surgen de la oscuridad o complejidad (de los objetos, o de una carencia natural del entendimiento, sino más bien de los falsos principios en los que se ha permanecido y que podrían haber sido evitados4.

Berkeley se extraña de que entre los hombres haya prevalecido la opinión que que los objetos sensibles, es decir, casas, montes, ríos, tengan existencia real o natural, distinta de la de ser percibidos por el entendimiento. Porque lo que percibimos es solo nuestras propias ideas o sensaciones, y los objetos mencionados son solo las cosas que percibimos por nuestros sentidos, y considera que es contradictorio afirmar que puedan existir sin ser percibidas5. El origen de la opinión combatida por Berkeley es la doctrina de las ideas abstractas. Todo lo que vemos y sentimos son sensaciones e impresiones sobre nuestros sentidos, y no se pueden separar, ni en el pensamiento, de su percepción6.

Por tanto, así como es imposible ver o sentir ninguna cosa sin la actual sensacion de ella, de igual modo es imposible concebir en el pensamiento un ser u objeto distinto de la sensación o percepción del mismo7.

Lo que le lleva a afirmar que todos los cuerpos que exisien en el mundo no tienen ninguna subsistencia sin una mente; que su ser es ser percibidos o conocidos; que, por consiguiente, mientras no son actualmente percibidos por mí, o no existen en mi mente ni en la de algún otro espíritu creado, entonces, o bien no tienen existencia en absoluto, o bien subsisten en la mente de algún otro Espíritu eterno, pues es totalmente ininteligible e implica todo el absurdo de la abstracción atribuir a cualquier parte singular de ellos una existencia independiente de un espíritu8. De esto se sigue que

no hay otras sustancias sino las espirituales, esto es, las que son capaces de percibir9.

Berkeley considera contradictoria la noción filosófica de materia, entendiendo por tal una substancia inerte y carente de sentidos en la que subsisten realmente la extensión, figura y el movimiento, porque estas cualidades no son más que ideas que existen en una mente, no pueden existir en una sustancia que no perciba10.

Aunque fuera posible que las sustancias sólidas existieran sin la mente y fuera de ella, corresondiendo a las ideas que tenemos de los cuerpos ¿cómo podríamos conocerlas? Berkeley nos dice que tendría que ser o por medio de los sentidos, o por la razón. Por lo que se refiere a nuestros sentidos, sólo nos dan a conocer aquellas cosas que se perciben de modo inmediato por los sentidos, pero no nos informan de que existen cosas independientes de la mente, o no percibidas, semejantes a las que se perciben11.

(...) no se comprende cuál pueda ser el fundamento para admitir la existencia extramental de los cuerpos, a partir de nuestras percepciones sensitivas, sin haber ninguna conexió necesaria entre ellas y nuestras ideas (...)12

Pero Berkeley no pretende negar la existencia de las cosas que podemos percibir con los sentidos o por la reflexión, porque no se puede discutir la existencia de lo que vemos con nuestros ojos y tocamos con nuestras manos. Lo que niega absolutamente es lo que los filósofos llaman materia o substancia corpórea13. En el segundo diálogo entre Hilas y Filonús, el primero afirma que la realidad de las cosas sensibles no se puede sostener sin suponer la existencia de la materia, a lo que Filonús, alter ego de Berkeley, contesta, refiriéndose a un guante que lleva puesto, que

¿no es para mí una prueba suficiente de la existencia de este guante el hecho de que yo lo veo, lo palpo y lo llevo puesto?14

O, como afirma en otro fragmento,

la mesa sobre la que escribo existe, es decir, la veo y la palpo; y, si estuviera fuera de mi despacho, diría que existe, queriendo dar a entender con ello que, si estuviese en el despacho, podría percibirla, o que algún otro espíritu la percibe actualmente15.

Berkeley no niega la existencia de la sustancia corpórea en sentido vulgar, como una combinación de cualidades sensibles, extensión, figura volumen, peso, etc.

Pero si se toma en un sentido filosófico, como soporte de accidentes o de cualidades independientes de la mente, entonces reconozco que la suprimimos, si se puede decir que se suprime lo que nunca tuvo existencia, ni siquiera en la imaginación16.

Berkeley no cuestiona el testimonio de los sentidos:

No puedo dudar de lo que veo, oigo y toco es percibido por mí, o sea, existe, como tampoco dudo de mi propia existencia. Lo que no puedo admitir ni compender es que el testimonio de los sentidos se aduzca como prueba de la existencia extramental de una cosa no percibida por ellos17.

De todo esto se colige que las ideas impresas en los sentidos existen realmente, pero no subsisten con independencia de la mente que las percibe ni son semblanzas de arquetipos que existan fuera de todo espíritu.

Toda la diferencia está en que, según nuestra doctrina, los seres no pensantes percibidos por los sentidos no tienen más existencia que el hecho de ser percibidos, y por lo que no pueden existir más que en las substancias inextensas e indivisibles llamadas espíritus, que son las que actúan, piensan y perciben, mientras los filósofos comúnmente afirman que las cualidades sensibles existen en una substancia inerte, extensa, desprovista de percepción, llamada materia y a la que atribuyen subsistencia natural, exterior a todo ser pensante, y que no consiste en ser percibida por mente alguna,(...)18

¿Y cómo existen los objetos en la mente? De nuevo, Filonús nos lo explica

cuando hablo de los objetos como existiendo en la mente o impresos en los sentidos, no quisiera que se me entendiese en el sentido literal vulgar, como cuando se dice que los cuerpos existen en un lugar o que un sello hace una impresión en la cera. Mi significado es únicamente que la mente los comprende o los percibe; y que es afectado desde fuera o por algún ser distinto de sí misma.19

En resumen, Berkeley afirma que las cosas no existen con independencia del esíritu que las percibe. El ser de las cosas consiste en ser percibidas. Es decir, esse est percipi, existir es ser percibido. Lo que no excluye que el mundo material, tal como es percibido, exista en realidad. Lo que niega es la existencia de la materia como no inteligible, en sentido estrictamente filosófico. Podemos saber que el mundo existe sólo cuando lo percibimos, pero cuando no lo hacemos nosotros directamente está siendo sostenido por la percepción continua de un Dios que todo lo ve. Quod erat demonstrandum...

La aportación de Berkeley a la historia de la filosofía es valiosa, aunque algunas de sus afirmaciones puedan rozar el absurdo, porque abrió el camino a otros empiristas, como Hume, que llevará al empirismo a sus límites lógicos. Probablemente, en la obra de Berkeley se advierte una confusión entre el acto de sentir y lo sentido, que le lleva a afirmar que lo externo solo existe a partir del sujeto que lo percibe, cuando se trata no de la misma cosa sino de cosas diferentes.


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1 George Berkeley: Principios del conocimiento humano. Tres diálogos entre Hilas y Filonús. Ediciones Orbis, SA. Barcelona 1985.

2 id.

3 id., pág. 24.

4 id.

5 id., pág. 42.

6 id., pág. 43.

7 id.

8 id.

9 id., pág. 44.

10 id., pág. 45.

11 id., pág. 48.

12 id.

13 id., pág. 55.

14 Tres diálogos..., op. cit., pág. 156.

15 Principios..., op. cit., pág. 42.

16 id., pág 56.

17 id., pág. 57.

18 id., pág. 79.

19 Tres diálogos..., op. cit., pág.177.

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