09/12/2023

Platón. La explicación a través de mitos.

1. Platón

Es una idea generalizada que Platón (-427 -327) es el filósofo más influyente de la historia. No lo es porque haya desarrollado una obra sistemática, que en su casi totalidad se nos ofrece en forma de diálogos y en la que trata sus argumentos principales de forma dispersa y con mayor o menor intensidad en los textos respectivos. Lo es porque adelanta un conjunto de temáticas que nunca hasta entonces habían sido tratadas y que son el esquema general del que parten los filósofos a partir de entonces. Lo resume Alfred North Whitehead (1861-1947) diciendo que

La caracterización general más segura de la tradición filosófica europea, es que ésta consiste en una serie de notas marginales a Platón.1

En la mayor parte de sus diálogos, Platón hace protagonista al que había sido su maestro Sócrates (-470 -399), y como éste no escribió nada, no sabemos a ciencia cierta qué procede de las enseñanzas de Sócrates y qué es original de Platón. Hay que decir que Platón se autocorrigió o matizó en algunos puntos, sobre todo al final de su obra, en que la influencia del maestro quedaba ya lejana.

Si hemos de creer al historiador griego Diógenes Laercio (¿180? ¿240?), Platón se llamaba en origen Aristocles, pero le fue mudado el nombre por su maestro de lucha por la buena proporción del cuerpo, aunque el historiador apunta también que el cambio de nombre se produjo por lo amplio de su locución e incluso porque tenía la frente ancha2.


2. Los mitos platónicos

Un aspecto a destacar de sus obras es que Platón recurrió a los mitos en la exposición de sus enseñanzas, pero no a la manera de sus antecesores, para quienes el mito era la explicación de un determinado fenómeno3, sino para ejemplificar la explicación del fenómeno mediante metáforas con imágenes y símbolos muy originales y persuasivos, a modo de alegoría.

A lo largo de la obra platónica encontramos mitos como el anillo de Giges, en que para explicar cómo los buenos lo son contra su voluntad, porque no pueden ser malos, nos relata cómo un pastor, al ponerse un anillo hallado casualmente se volvió invisible y ello le sirvió para cometer todo tipo de desmanes, lo que le sirve para concluir que el justo, si pudiera, haría como el pastor, pero no puede4.

O el mito de Thot o Theut, antiguo dios egipcio inventor de la escritura, que consideraba que serviría para vigorizar la memoria, pero el rey de Egipto, Thamus, lo refutaba diciendo que por el contrario, la escritura provoca el descuido de la memoria porque los que aprendan de este modo, dado que conocer es recordar, fiándose de la escritura, recordarán de un modo externo, valiéndose de caracteres ajenos; no desde su propio interior y por sí.5

O el mito de Er, guerrero que muerto en batalla volvió la vida para explicar sus vicisitudes en el otro mundo, que sirve a Platon para desarrollar su tesis sobre la inmortalidad del alma y los premios y castigos para los que han obrado justa e injustamente6.

Pero nos vamos a centrar en dos de los mitos o alegorías más conocidos de Platón: el mito de la caverna7 y el mito del carro alado8.


3. El mito de la caverna

En el mito de la caverna, Platón expone algunas de sus tesis favoritas: su teoría de las ideas, la existencia de un mundo sensible y otro inteligible, la existencia de una verdad objetiva, la distinción entre apariencia y realidad, la educación... El espacio físico en que se desarrolla la escena se presenta así:

Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquéllos sus maravillas.

Por detrás de la pared -el tabiquillo- circulan personas hablando y en silencio que transportan toda clase de objetos y de imágenes a una altura que sobrepasa la pared, y que por efecto de la luz desprendida por el fuego proyectan sombras sobre la parte de la caverna que se encuentra frente a los que se encuentran atados. Para estos, dada su peculiar situación, la realidad son las sombras y los sonidos que les llegan desde detrás, porque no conocen otra cosa, y de ellas hablan entre ellos, puesto que es todo que conocen.

Lo que plantea Platón es que, si uno de estos prisioneros fuera liberado y volviera la vista hacia atrás, hacia de donde viene la luz, sentiría dolor y no reconocería como reales las figuras y objetos que ahora se le muestran, apegado como está a su conocimiento de las sombras. Y si se le forzara a salir a la luz del sol, quedaría cegado por ella y no vería las cosas reales. Necesitaría acostumbrarse, y

Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras, luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio. (...) Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio (...).

Con esta nueva perspectiva de la realidad, prosigue Platón, el liberado se sentiría feliz y se compadecería de sus antiguos compañeros de reclusión, y si volviera a la caverna, además de ser envuelto de nuevo por la oscuridad, los que en ella se encuentran no le creerían, se burlarían de él por haber vuelto de la superficie con los ojos estropeados y se resistirçian ferozmente de quien intentara desatarlos y hacerles subir.

Con esta alegoría, Platón explica que el mundo sensible, el que percibimos a través de los sentidos, no és más que una copia imperfecta o un reflejo vago del mundo de las ideas, al que se accede por el razonamiento y el conocimiento. La técnica expositiva que utiliza Platón la mayoría de las veces, el diálogo, es una muestra del camino que se ha de seguir para superar la visión de la realidad que nos dan los sentidos, que nos acercan a una realidad imprecisa y cambiante, para acceder al mundo de las ideas, que es real e inmutable. Mediante el diálogo, los protagonistas indagan sobre alguna cuestión, por ejemplo, como se hace en el Menón, si la virtud puede o no enseñarse, o en el Fedón, si el alma es inmortal, dando paso a una dialéctica de preguntas y respuestas en busca de la verdad.

Este método tiene un origen en la mayéutica socrática, en la que a partir de una manifestación de ignorancia sobre un determinado tema por parte del protagonista y la formulación de preguntas que el interlocutor iba sucesivamente respondiendo se llegaba a una respuesta aceptada por todos. Método que Sócrates decía haber heredado de su madre Fenarete que ejercía de partera9 porque de este modo extraía de sus interlocutores lo que ya tenían dentro de sí.


4. El mito del carro alado

En el mito del carro alado, Platón explica su concepción del alma y cómo actua en la eterna lucha entre el bien y el mal. Así describe Platón el alma:

Podríamos entonces decir que se parece a una fuerza que, como si hubieran nacido juntos, lleva a una yunta alada y a su auriga. Pues bien, los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos, y buena su casta, la de los otros es mezclada. Por lo que a nosotros se refiere, hay, en primer lugar, un conductor que guía un tronco de caballos y, después, estos caballos de los cuales uno es bueno y hermoso y está hecho de esos mismos elementos, y el otro de todo lo contrario, como también su origen. Necesariamente, pues, nos resultará difícil y duro su manejo.

Más adelante se describe a cada uno de los caballos:

de ellos, el que ocupa el lugar preferente es de erguida planta y de finos remos, de altiva cerviz, aguileño hocico, blanco de color, de negros ojos, amante de la gloria con moderación y pundonor, seguidor de la opinión verdadera y, sin fusta, dócil a la voz y a la palabra. En cambio, el otro es contrahecho, grande, de toscas articulaciones, de grueso y corto cuello, de achatada testuz, color negro, ojos grises, sangre ardiente, compañero de excesos y petulancias, de peludas orejas, sordo, apenas obediente al látigo y los acicates.

El alma pues, está formada por el conductor o auriga, que es la parte racional del alma, que conduce un carro tirado por un caballo blanco y dócil, que es la parte irascible del alma, y por un caballo negro al que hay que doblegar con la fuerza, que es la parte concupiscible del alma.

El alma racional es la que permite al hombre conocer el bien, y su virtud es la prudencia.

El alma irascible es la que impulsa a actuar, y en ella se encuentran las inclinaciones nobles del hombre como la voluntad, el valor y la fortaleza. Su virtud es la fortaleza.

Y el alma concupiscible es la que impulsa a desear, pero orientada a lo sensible y al placer físico. Su virtud es la templanza.


La reacción de cada una de las partes del alma ante la visión del ser amado se simboliza con la actitud que muestran


cuando el auriga, viendo el semblante amado, siente un calor que recorre toda el alma, llenándose del cosquilleo y de los aguijones del deseo, aquel de los caballos que le es dócil, dominado entonces, como siempre, por el pundonor, se contiene a sí mismo para no saltar sobre el amado. El otro, sin embargo, que no hace ya ni caso de los aguijones, ni del látigo del auriga , se lanza , en impetuoso salto, poniendo en toda clase de aprietos al que con él va uncido y al auriga, y les fuerza a ir hacia el amado y traerle a la memoria los goces de Afrodita. Ellos, al principio se resisten irritados, como si tuvieran que hacer algo indigno y ultrajante.

El auriga, a la vista del ser amado, tiene que sujetar fuertemente el caballo negro que se revuelve contra los otros dos que le dicen que lo deje para otra vez. Pero la situación se produce de nuevo una y otra vez

Pero cuando, después de haber sufrido muchas veces el mismo trato, el caballo malo renuncia a su intemperancia, sigue con sumisión a la prudencia del auriga, (...) y así es como entonces el alma entera del amante sigue al amado con temor y reverencia.

El conflicto moral se produce cuando la parte racional y la parte concupuscible del alma se encuentran en desacuerdo: tengo que entregar mañana sin falta un ejercicio en la Universidad que no he acabado y me han llamado mis amigos para ir a un concierto. El conflicto lo dirime la parte irascible del alma, aceptando lo que es razonable en este caso o dejándose llevar por el deseo.

Con estos ejemplos vemos que Platón utilizó el recurso a los mitos para atraer la atención y hacer más comprensibles y accessibles algunas de sus enseñanzas con narraciones casi sobrenaturales pero que aportan una explicación con un significado profundo a determinados fenómenos y alejada de lo fantástico.

__________________________________

1 A. N. Whitehead: Proceso y realidad, pág. 67. Editorial Losada. Buenos Aires 1956.

2 Diógenes Laercio: Vidas de los más ilustres filósofos griegos. Vol. 1, pág. 124. Ediciones Orbis, SA. Barcelona 1985.

3 Por ejemplo, el mito de la creación o cómo los hombres encontraron el fuego, en Hesíodo: Teogonía Editorial Gredos. Madrid 1978. O las edades del hombre en Hesíodo: Trabajos y días Editorial Gredos. Madrid 1978.

4 Platón: República, 359 c. Utilizo la numeración de Henri Estienne -Henricus Stephanus- (1531-1598), que divide los textos de Platón en páginas numeradas y cada página en cinco secciones de la a la e, y que es la forma aceptada universalmente para citarlo, con independencia de la edición que se utilice.

5 Platón: Fedro, 274, d.

6 Platón, República, 614, b.

7 id., 514, a.

8 Platón: Fedro, 246, a y 253, c.

9 Platón: Teeteto, 150 b.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Kant y la crítica de la razón pura (II): la Estética trascendental

  Como vimos en el post anterior , Kant se pregunta c ómo son posibles los juicios sintéticos a priori en matemática y ofrece una respuesta...