20/09/2025

John Stuart Mill. Utilitarismo y lógica. La inducción como método.

 

John Stuart Mill (1806-1873) es uno de los máximos exponentes del pensamiento utilitarista, que fundamenta la moral en la utilidad, considerando que las acciones son buenas si están orientadas a promover la felicidad entendida como placer y ausencia de dolor, y tanto más en cuanto consiguen la felicidad para el máximo número de personas.

Londinense, era hijo de James Mill, filósofo utilitarista y amigo personal del creador de la corriente utilitarista Jeremy Bentham. Sabemos muchos detalles de su vida porque publicó una interesante Autobiografía1. Recibió una intensa y muy precoz educación de la que se encargó su padre para hacer de él un reformador de la sociedad. Tuvo acceso a los clásicos muy tempranamente, pues inició sus estudios de griego a los tres años y de latín a los seis, y su formación se extendió a la historia, las matemáticas, la física e incluso a la economía, con exclusión de la metafísica y la religión por expreso deseo del padre. Apartado del trato con chicos de su edad, diría más adelante que no había tenido infancia.

Con diecisiete años entró a trabajar por mediación de su padre en la Compañía de las Indias Orientales, donde obtuvo un sueldo desorbitado y como lo que se esperaba de él lo finalizaba en tres o cuatro horas, podía dedicarse a sus otros intereses. La gran actividad desplegada le llevó a un estado de depresión, del que salió para dedicarse a una obra polifacética que abarca como materias principales la política, la economía, la psicología, la religión y la lógica. Nunca ocupó una cátedra universitaria. Fue diputado en la Cámara de los Comunes durante una legislatura, en la que defendió los derechos de las mujeres y de los trabajadores, consiguió que hubiera vagones de trenes para no fumadores y el reconocimiento del derecho a las reuniones públicas en los parques, que dio lugar a la creación del Speakers Corner de Londres. Murió de tuberculosis en Avignon.

Sus obras principales son Consideraciones sobre el gobierno representativo, Sobre la libertad2, El utilitarismo3, Principios de economía política4, Tres ensayos sobre la religión5, y la obra que trataremos a continuación, Un sistema de lógica inductiva6, en que se expone su teoría del conocimiento.

Mill escribió Un sistema de lógica inductiva para explicar cómo funciona el conocimiento humano y especialmente el proceso de inferencia, es decir, cómo se derivan conclusiones a partir de premisas o hipótesis iniciales. Su estudio se orienta fundamentalmente a justificar la inducción en que el conocimiento se obtiene pasando de lo particular a lo general de manera que a partir de la observación de casos particulares se obtiene una conclusión universal.

Mill comienza su exposición advirtiendo que se ha definido y tratado la lógica de muchas maneras por los autores, y que esto es una consecuencia del estado imperfecto de las ciencias7. Se ha definido la lógica como la ciencia y el arte del raciocinio8, pero Mill considera que la palabra raciocinio es ambigua, porque en una primera acepción representa el acto de silogizar mientras que en segundo término es inferir un aserto de otros ya admitidos. Aunque los autores en general se han decantado por la primera acepción, Mill se decanta por la segunda, que tiene un significado más amplio9, y se propone encontrar una nueva definición de lógica.

Para ello, indaga por qué vías accedemos al conocimiento de verdades:

Las verdades nos son conocidas por dos vías. Algunas lo son directamente y por sí mismas; otras por el intermediario de otras verdades. Las primeras son objetos de intuición o de conciencia, las segundas de inferencia. Estando fundada nuestra aquiescencia a una conclusión en la verdad de las premisas, no podríamos nunca llegar por el razonamiento a un conocimiento, si no pudiésemos conocer ya alguna cosa antes de todo razonamiento.

Nuestras sensaciones corporales y nuestras afecciones mentales son ejemplos de verdades inmediatamente conocidas por la conciencia. Yo sé directamente y por mi mismo que ayer estuve triste y que hoy tengo hambre. Los hechos que han tenido lugar fuera de nuestra presencia, los acontecimientos narrados por la Historia, los teoremas de las Matemáticas, son ejemplos de verdades conocidas solamente por vía de inferencia. Inferimos las dos primeras del atestado de los testigos del hecho o de las huellas que estos acontecimientos han podido dejar; la ultima, de las premisas establecidas en los tratados de Geometría bajo el título de definiciones y axiomas, Todo lo que somos capaces de conocer debe pertenecer a una o a la otra de estas dos clases de verdades: debe ser uno de los data primitivos o una de las conclusiones que de estos puede ser sacada.10

Pero nosotros podemos imaginarnos que percibimos o sentimos lo que en realidad inferimos. Por ejemplo, la percepción de la distancia por el ojo, que nos puede parecer una intuición, pero que es en realidad una ilación fundada en la experiencia11. Por eso, Mill considera que una parte esencial de la ciencia qué expone las operaciones del entendimiento humano en la investigación de la verdad ha de determinar cuáles son los hechos que son objeto de intuición o conciencia, y cuáles los que inferimos. Esta investigación nunca se ha considerado, hasta el momento en que Mill escribe esto, que forme parte de la lógica sino de otro campo de la ciencia completamente distinto que es la metafísica12. Pero el círculo de la lógica debe limitarse a aquella parte de nuestro conocimiento que consta de ilaciones hechas de verdades previamente conocidas, tanto si estos datos anteriores son proposiciones generales como observaciones particulares y percepciones.

La Lógica no es la ciencia de la creencia, sino de la prueba. Cuando una creencia pretende ser fundada en pruebas, el oficio propio de la Lógica es suministrar una piedra de toque para verificar la solidez de estos fundamentos. En cuanto a los títulos que una proposición puede tener a la creencia en la prueba única de la conciencia (es decir, en sentido riguroso, sin prueba), la Lógica no tiene nada que ver en ello.13

La mayor parte de nuestros conocimientos, dice Mill, son objeto de ilación, tanto de verdades generales como de hechos particulares, por lo que no solamente las verdades de la ciencia, sino también las verdades de la conducta humana están sujetas a la autoridad de la lógica.

Sacar consecuencias, como se ha dicho, la gran ocupación de la vida. Cada día, a todas horas, en cada instante tenemos necesidad de comprobar hechos que no hemos observado directamente, no con el fin de aumentar la suma de nuestros conocimientos, sino porque estos hechos tienen por sí mismos importancia para nuestros intereses u ocupaciones. La tarea del magistrado, del general, del navegante, del medico, del agricultor es apreciar las razones de creer y de obrar en consecuencia. Todos tienen que cerciorarse de ciertos hechos, para luego aplicar ciertas reglas de conducta imaginadas por ellos mismos o prescriptas por otros; y según lo hacen bien o mal, realizan bien o mal su misión. Esta es la única ocupación en la cual no cesa un momento el espíritu. Pertenece al conocimiento en general y no a la Lógica.14

La lógica no es lo mismo que la ciencia. Todas las ciencias se componen de datos y conclusiones de estos datos, de pruebas y de lo que estas prueban; pues bien, la lógica indica qué relaciones deben existir entre los datos y lo que de ellos puede concluirse, entre la prueba y todo lo que esta puede probar. Toda conclusión exacta, verificada en cualquier tiempo, todo conocimiento adquirido de un modo que no sea la intuición inmediata, depende de la observancia de las leyes cuya investigación es atribución de la lógica. Si las conclusiones son justas y el conocimiento real, sabidas o no, han sido observadas estas leyes.

La Lógica es el juez común y el árbitro de todas las investigaciones particulares. No trata de encontrar la prueba, sino que decide si ha sido hallada.

La Lógica no observa, no inventa, no descubre; juzga. No es la Lógica la que le enseña al médico cuales son los signos de una muerte violenta; debe aprenderlo por su propia experiencia o por la de aquellos que antes de el se entregaron a este particular estudio. Pero la Lógica juzga y decide si esta experiencia garantiza suficientemente sus reglas, y si sus reglas justifican suficientemente su práctica. La Lógica no le suministra las pruebas, pero le enseña como y por que son pruebas y el medio de apreciar su valor. No demuestra que tal hecho particular pruebe este otro, sino que indica las condiciones generales bajo las cuales los hechos pueden probar otros hechos. En cuanto a decidir si un hecho dado llena estas condiciones o si puede haber hechos que las llenen en un caso dado, esto se refiere exclusivamente a la ciencia o al arte interesados en esta investigación.15

Por eso nos dice Mill, recordando palabras de Bacon, que la lógica es ars artium, la ciencia de la ciencia misma16. Y concluye aportando su definición de lógica:

La Lógica, pues, es la ciencia de las operaciones intelectuales que sirven para estimación de la prueba, es decir, a la vez del procedimiento general consistente en ir de lo conocido a lo desconocido, y de las demás operaciones del espíritu en cuanto auxiliares de éste.17

La lógica incluye la operación de denominar, de dar nombres, pues el lenguaje es un instrumento de la inteligencia y un medio para comunicar nuestros pensamientos. Incluye también la definición y la clasificación; por cuanto, no tomando en consideración más que nuestra propia inteligencia, el uso de estas operaciones sirve, no solo para fijar en la memoria y poner así a nuestra disposición las pruebas evidentes y las conclusiones que de ellas sacamos, sino también para ordenar los hechos que en cualquier tiempo nos veamos obligados a investigar, de modo que podamos más claramente percibir qué evidencia tienen, y juzgar con menos riesgo de equivocarnos si es o no suficiente18.

Mill afirma que la inducción es el medio de descubrir y probar las verdades generales:

La inducción, por consiguiente, es la operación del espíritu por la cual inferimos que lo que sabemos ser verdadero en uno o varios casos particulares, será verdadero en todos los casos que se parezcan a los primeros bajo ciertas relaciones asignables. En otros términos, la inducción es el procedimiento por el cual concluimos que lo que os verdadero de ciertos individuos de una clase es verdadero de toda la clase, o que lo que es verdadero algunas veces, lo será siempre en circunstancias semejantes.19

La inducción puede ser definida como una generalización de la experiencia. Consiste en inferir de algunos casos particulares en que un fenómeno es observado, qué se encontrará en todos los casos de una determinada clase, es decir, en todos los casos que se parezcan a los primeros en lo que ofrecen de esencial. Hay un principio implicado en el enunciado mismo de lo que es la inducción, un postulado relativo al curso de la Naturaleza y al orden del universo, que es que hay en la Naturaleza casos paralelos, de modo que lo que sucede una vez sucederá también en circunstancias bastante semejantes, y sucederá siempre que las dichas circunstancias se presenten20.

La proposición de que el curso de la Naturaleza es uniforme es el principio fundamental de la inducción21. Ahora bien, el curso de la Naturaleza no es uniforme solamente, es también infinitamente variado22 . La inducción natural conduce a dar el carácter de verdades generales a todas las proposiciones que son verdaderas en todos los casos conocidos, que da lugar al hábito de esperar que lo que se ha encontrado ser verdad una o varias veces y no se ha visto ser falso todavía, será verdad siempre.

Pero aunque todos tengamos una propensión a generalizar según una experiencia constante, no tenemos siempre para ello una garantía suficiente. Para tener derecho a afirmar que una cosa es verdad universalmente, porque no hemos visto jamás ejemplo de lo contrario, sería preciso estar autorizado para creer que si esos ejemplos contrarios existiesen, nosotros los conoceríamos, y esta seguridad, en la mayoría de los casos, no podemos tenerla sino en un grado muy débil o en ningún grado.23

La inducción por simple enumeración puede, en algunos casos notables, equivaler prácticamente a la prueba. No se puede, sin embargo, tener esta seguridad en ninguno de los asuntos ordinarios de la investigación científica. Las nociones populares están habitualmente fundadas en la inducción por simple enumeración, pero en la ciencia esta inducción nos hace adelantar muy poco. Estamos obligados a comenzar con ella, pero para el estudio exacto de la naturaleza, tenemos necesidad de un instrumento más poderoso y más seguro24.

La uniformidad de la naturaleza no es propiamente uniformidad, sino que consiste en uniformidades, y la regularidad general resulta de la coexistencia de las regularidades parciales. El curso de la Naturaleza en general es constante, porque el curso de sus diversos fenómenos lo es. Un hecho tiene lugar invariablemente cuando ciertas circunstancias se presentan, y no tiene lugar cuando no se presentan. Lo mismo sucede con otro hecho, y así con todos25.

La uniformidad de la naturaleza constituye un hecho complejo compuesto de todas las uniformidades separadas de cada fenómeno. Cuando estas diversas uniformidades son comprobadas por una inducción juzgada suficiente, se las llama comúnmente leyes de la naturaleza. Las uniformidades complejas no son sino casos de uniformidades más simples, y están, por consiguiente, virtualmente afirmadas cuando éstas lo son. Las leyes de la naturaleza son son las proposiciones generales menos numerosas de las cuales podrían ser inferidas deductivamente todas las uniformidades de la naturaleza26.

Toda generalización inductiva bien fundada es una ley de la Naturaleza o un resultado de las leyes de la Naturaleza, susceptible, si estas leyes son conocidas, de ser previsto. El problema de la lógica inductiva puede así resumirse en estas dos cuestiones: ¿Cómo comprobar las leyes de la Naturaleza, y cómo, después de haberlas comprobado, seguirlas en sus resultados?27

Mill propone dos métodos para separar del grupo de las circunstancias que preceden o siguen a un fenómeno aquellas otras a las cuales está realmente ligado por una ley inviolable.

El uno consiste en comparar los diferentes casos en los que el fenómeno se presenta; el otro, en comparar los casos en que el fenómeno tiene lugar con casos semejantes bajo otros aspectos, pero en los cuales no se presenta. Se puede llamar a estos dos métodos, el uno método de concordancia; el otro, método de diferencia.28

Del método de concordancia, Mill deduce el primer canon:

Si dos o más fenómenos objeto de la investigación tienen solamente una circunstancia común, la circunstancia en la cual todos los casos concuerdan es la causa (o el efecto) del fenómeno.29

Del método de diferencia extrae el siguiente canon:

Si un caso en el cual el fenómeno se presenta y un caso en que no se presenta tienen todas las circunstancias comunes, fuera de una sola, presentándose ésta solamente en el primer caso, la circunstancia única en la cual difieren los dos casos es el efecto, o la causa, o parte indispensable de la causa, del fenómeno.30

De la aplicación combinada de los dos métodos anteriores surge el método conjunto de concordancia y diferencia, del que se deriva el siguiente canon:

Si dos casos o más en los cuáles se efectúa el fenómeno tienen una sola circunstancia común, mientras que dos casos o más en los cuales no se efectúa no tienen más de común que la ausencia de esta circunstancia, la circunstancia por la cual únicamente difieren los dos grupos de casos es el efecto, o la causa, o una parte necesaria de la causa del fenómeno.31

Mill propone dos métodos complementarios: el método de residuos y el método de las variaciones concomitantes.

En el método de residuos, una vez separado de un fenómeno dado todo lo que en virtud de  indicaciones anteriores puede ser atribuido a causas comunes conocidas, lo que reste será el efecto de los antecedentes que han sido despreciados o cuyo efecto era aún una cantidad desconocida32. El canon resultante es el siguiente:

Separad de un fenómeno la parte que se sabe, por inducciones anteriores, ser el efecto de ciertos antecedentes, y el residuo del fenómeno es el efecto de los antecedentes restantes.33

Para la clase de leyes que no es posible determinar por ninguno de los tres métodos anteriores, que se refieren, dice Mill, a esos agentes naturales indestructibles que es a la vez imposible excluir y  aislar, que no podemos ni impedir que se presenten, ni impedir que se presenten solos, existe el método de observar la relación proporcional entre dos fenómenos que varían a la vez con lo que llama el método de las variaciones concomitantes34. Su canon es el siguiente:

Un fenómeno que varia de cierta manera, siempre que otro fenómeno varía de la misma manera, es, o una causa o un efecto de este fenómeno, o está ligado a él por algún hecho de causación.35

Para Mill el conocimiento científico se apoya en el descubrimiento de leyes causales. No basta con describir fenómenos, hay que identificar los nexos que los producen.

La causa, pues, filosóficamente hablando, es la suma de las condiciones positivas y negativas tomadas juntas, el total de las contingencias de toda naturaleza, que siendo realizadas, hacen que siga el consiguiente de toda necesidad. Las condiciones negativas del fenómeno, cuya enumeración en detalle sería muy larga, pueden resumirse en un solo hecho, a saber: la ausencia de causas preventivas o contrarias36.

Toda inducción es provisional, porque puede ser modificada o corregida por observaciones o experimentos posteriores. Esto llevaba, como recordaremos, a Hume y a los empiristas a un callejón sin salida del que intentó salir Kant, y debilita los fundamentos de la teoría de conocimiento de Mill, que ha hecho que algunos autores consideren que lo que expone Mill no es en sentido estricto una lógica sino una metodología de investigación.

 

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1 John Stuart Mill, Autobiografía. El libro de bolsillo. Filosofía. Alianza Editorial 2008.

2 John Stuart Mill, Sobre la libertad. El utilitarismo. Colección Historia del pensamiento núm. 57. Ediciones Orbis. Barcelona 1984.

3 id.

4 John Stuart Mill, Principios de economía política. Fondo de Cultura Económica. México 1943.

5 John Stuart Mill, Tres ensayos sobre la religión. Editorial Trotta. Madrid 2014.

6 John Stuart Mill, Un sistema de lógica inductiva. Daniel Jorro editor. Madrid 1917.

7 id., pág. 9.

8 id., pág. 10.

9 id., pág. 11.

10 id., págs. 13.

11 id., págs. 14.

12 id., pág. 15.

13 id., pág. 16.

14 id.

15 id., págs. 17.

16 id.

17 id., pág. 19.

18 id.

19 id., pág. 292.

20 id., pág. 306.

21 id., pág. 308.

22 id., pág. 310.

23 id., pág. 311.

24 id.

25 id., pág. 315.

26 id., pág. 316.

27 id., pág. 317.

28 id., pág. 366.

29 id., pág. 369.

30 id., pág. 370.

31 id., pág. 376.

32 id., pág. 377.

33 id., pág. 378.

34 id.

35 id., pág. 379.

36 id., pág. 332.

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