04/05/2024

La metodología del pernsamiento de Baruch de Spinoza

 

Baruch de Spinoza, o Benito de Espinosa o Despinosa (1632-1677) nació en Ámsterdam en una familia judía de raíces españolas que había sido expulsada de Portugal y posteriormente de Francia. Aunque estudió para rabino, las lecturas de Descartes y la asistencia a tertulias heterodoxas hacen nacer en él unas inquietudes que acaban provocando su expulsión de la sinagoga. Es sobrecogedora la fórmula de su excomunión:

Excomulgamos, maldecimos y separamos a Baruch de Espinosa, con el consentimiento de Dios bendito y con el de toda esta comunidad; delante de estos libros de la Ley, que contienen trescientos trece preceptos; la excomunión que Josué lanzó sobre Jericó, la maldición que Elias profirió contra los niños y todas las maldiciones escritas en el libro de la Ley; que sea maldito de día, y maldito de noche; maldito cuando se acueste y cuando se levante; maldito cuando salga y cuando entre; que Dios no lo perdone; que su cólera y su furor se inflamen contra este hombre y traigan sobre él todas las maldiciones escritas en el libro de la Ley; que Dios borre su nombre del cielo y lo separe de todas las tribus de Israel (...)1.

Trabajó como pulidor de lentes lo que, probablemente, provocó su prematura muerte por una enfermedad pulmonar causada por inhalación de vapores del vidrio.

Spinoza se presenta como el filósofo racionalista en su versión más extrema. En su obra más conocida, la Ethica ordine geometrico demonstrata, expone su teoría siguiendo el método geométrico o más bien matemático. A tal efecto, enuncia las definiciones de los términos que va a usar, fija una serie de axiomas y desarrolla sus tesis mediante proposiciones numeradas que incluyen la correspondiente demostración y en ocasiones escolios, es decir, aclaraciones adicionales.

Spinoza se plantea cómo podemos conocer en su obra Tratado de la reforma del entendimiento. Se trata de un opúsculo de juventud, publicado de forma póstuma, que quedó inconcluso por razones desconocidas aunque se apunta que impidió su terminación que Spinoza se dedicase a otros asuntos más urgentes o que, por evolución de su pensamiento, abandonó la línea argumental que había iniciado. Pero se ha destacado que contiene una interesante teoría del conocimiento, expuesta a la manera del Discurso del método, de la que vamos a poner de relieve sus aspectos esenciales.

Spinoza da comienzo a su reflexión preguntándose por qué podría hacerle gozar eternamente de una alegría contínua y suprema2. Descarta que las riquezas, el honor y el placer puedan proporcionárselo, porque se trata de cosas que pueden perecer, porque

Por el contrario, el amor hacia una cosa eterna e infinita apacienta el alma con una alegría totalmente pura y libre de tristeza, lo cual es muy de desear y digno de ser buscado con todas nuestras fuerzas3.

Lo que le lleva a pensar que el verdadero bien del hombre consiste en alcanzar la perfección:

el hombre concibe una naturaleza humana mucho más firme que la suya y ve, además, que nada impide que él la adquiera, se siente incitado a buscar los medios que le conduzcan a esa perfección. Todo aquello que puede ser medio para llegar a ella, se llama verdadero bien; y el sumo bien es alcanzarla, de suerte que el hombre goce, con otros individuos, si es posible, de esa naturaleza.4

Por eso, Spinoza se propone como fin adquirir esa naturaleza más firme y procurar que también la adquieran muchos, y considera que forma parte de su felicidad contribuir a que muchos entiendan y deseen lo mismo que él. Para conseguirlo, es necesario entender la Naturaleza en todo lo que sea necesario para conseguir la buscada más firme naturaleza.

Para ello, es imprescindible conducir el entendimiento por el camino recto, y para ello

ante todo, hay que excogitar el modo de curar el entendimiento y, en cuanto sea sea posible al comienzo, purificarlo para que consiga entender las cosas sin error y lo mejor posible.

Como hay que vivir mientras nos dedicamos a la búsqueda del entendimiento correcto, Spinoza da por válidas tres normas de vida:

l.º) Hablar según la capacidad del vulgo y hacer todo aquello que no constituye impedimento alguno para alcanzar nuestra meta. No son pocas las ventajas que podemos sacar de ahí, si nos adaptamos, cuanto nos sea posible, a su capacidad. Añádase a ello que, de ese modo, se dispondrán benévolamente a escuchar la verdad.

2.º) Disfrutar de los placeres en la justa medida en que sea suficiente para proteger la salud.

3.º) Finalmente, buscar el dinero o cualquier otra cosa tan sólo en cuanto es suficiente para conservar la vida y la salud y para imitar las costumbres ciudadanas que no se oponen a nuestro objetivo.5

Spinoza afirma que hay cuatro modos principales de percibir6, que podemos interpretar como de de conocer:

I. Hay la percepción que tenemos de oídas o mediante algún signo de los llamados arbitrarios

Por ejemplo, nos dice Spinoza, solo de oídas,sabemos la fecha de nuestro nacimiento, quiénes han sido nuestros padres y cosas por el estilo, de las que nunca hemos dudado.

Il. Hay la percepción que tenemos por experiencia vaga, es decir, por una experiencia que no es determinada por el entendimiento, sino que se llama así porque surge casualmente; y, como no tenemos ningún otro experimento que la contradiga, se nos ofrece como algo inconmovible

Por experiencia vaga, sabemos que hemos de morir, puesto que hemos visto que otros como nosotros han muerto, aunque no todos han vivido el mismo período de tiempo ni han muerto por la misma causa. Sabemos también por experiencia vaga, nos dice Spinoza, que el aceite es apropiado para producir llamas y el agua para extinguirlas, y que el perro es un animal que ladra y que el hombre es un animal racional; esta ha sido la manera de aprender casi todas las cosas que son útiles para la vida.

III. Hay la percepción, en que la esencia de una cosa es deducida de otra cosa, pero no adecuadamente; lo cual sucede cuando por un efecto colegimos la causa o cuando concluímos (algo) de un universal, al que siempre le acompaña determinada propiedad

Por ejemplo, sabiendo que la vista tiene la propiedad de que una y la misma cosa nos parece menor, vista a gran distancia que si la contemplamos de cerca, concluimos de ahí que el sol es mayor de lo que parece.

IV. Hay, finalmente, la percepción en que una cosa es percibida por su sola esencia o por el conocimiento de su causa próxima.

Por este tipo de conocimiento sabemos que dos y tres son cinco y que, si se dan dos líneas paralelas a una tercera, también son paralelas entre sí, etc. No obstante, son pocas en extremo las cosas que he podido entender de esta forma.

Para elegir el mejor de los modos de percepción descritos disponemos de los siguientes medios:

1.º) Conocer exactamente nuestra naturaleza, que deseamos perfeccionar, y conocer también, cuanto sea necesario, la naturaleza de las cosas.

2 .º) Inferir correctamente, a partir de dicho conocimiento, las diferencias, concordancias v oposiciones entre las cosas.

3 .º) Entender exactamente qué pueden soportar y qué no.

4 .º) Comparar esto con la naturaleza y con el poder del hombre, ya que así se verá fácilmente cuál es la suma perfección a que el hombre puede llegar.7

Spinoza conviene que el cuarto modo de percepción es el que más debe ser empleado porque comprende la esencia adecuada de la cosa y sin peligro alguno de error8, y se propone mostrar el camino y el método por el que Iogremos conocer mediante esa forma de conocimiento9.

el primer camino que debe seguir la mente para comenzar correctamente consiste en efectuar la investigación conforme a leyes fijas y siguiendo la norma de cualquier idea verdadera dada. El método es

entender qué sea la idea verdadera: distinguiéndola de las demás percepciones e investigando su naturaleza para que conozcamos, a partir de ahí, nuestro poder de entender y dominemos nuestra mente, de forma que entienda todas las cosas, que hay que entender, conforme a dicha norma; ofreciendo como ayuda ciertas reglas y logrando, además, que la mente no se fatigue con cosas inútiles.10

Spinoza considera que el método no es más que el conocimiento reflexivo o la idea de la idea.

Y como no hay idea de idea, si no se da primero la idea, no se dará tampoco método sin que se dé primero la idea. Por consiguiente, buen método será aquel que muestra cómo hay que dirigir la mente conforme a la norma de la idea verdadera dada.11

Para que esto se lleve a cabo correctamente, el métódo debe ofrecer lo siguiente12:

1. distinguir la idea verdadera de todas las demás percepciones y mantener apartada de ellas a la mente;

Se trata de distinguir y separar la idea verdadera de las demás percepciones e impedir que la mente confunda las ideas falsas, ficticias y dudosas con las verdaderas. Aquellas tienen su origen en la imaginación, es decir, en ciertas sensaciones fortuitas y (por así decirlo) aisladas, que no surgen del mismo poder de la mente, sino de causas externas, según los diversos movimientos que, en sueños o despiertos, recibe el cuerpo.13

2. proporcionar las reglas para que las cosas desconocidas sean percibidas según dicha norma, y

3. fijar un orden para no fatigarnos con cosas inútiles

El objetivo del método consiste en poseer ideas claras y distintas, es decir,

tales que están formadas por la pura mente y no a partir de movimientos fortuitos del cuerpo.14

La vía correcta de la investigación consiste en formar los pensamientos a partir de una definición

dada; y resultará tanto más fácil y eficaz, cuanto mejor hayamos definido una cosa.

Para que la definición sea perfecta, deberá explicar la esencia íntima de la cosa y evitar que la sustituyamos indebidamente por ciertas propiedades.15

Spinoza establece una serie de reglas que se han de observar en la definición. Si se trata de cosas creadas

l. La definición deberá, como hemos dicho comprender su causa próxima. El círculo, por ejemplo, conforme a esta regla, deberìa ser definido diciendo que es la figura que es descrita por una línea cualquiera, uno de cuyos extremos es fijo y el otro móvil, pues esta definición incluye claramente la causa próxima.

II. El concepto o definición de la cosa debe ser tal que, considerada en sí sola y no unida a otras, se puedan concluir de ella todas sus propiedades, como se puede ver en esta definición del círculo. De ella, en efecto, se concluye claramente que todas las líneas, trazadas desde el centro a la circunferencia, son iguales.16

Para las cosas increadas establece otras reglas:

l. Que excluya toda causa, es decir, que el objeto no necesite de ningún otro ser, aparte del suyo, para su explicación.

II. Que, una vez dada la definición de esa cosa, no quepa siquiera preguntarse si existe.

III. Que, respecto a la mente, no posea sustantivos que puedan ser adjetivados, es decir, que no sea explicada por nada abstracto.

IV. Y por último (aunque no es muy necesario indicarlo), se requiere que de su definición se concluyan todas sus propiedades.17

La última reflexión de Spinoza, pues un poco más adelante la obra finaliza abruptamente, es sobre las propiedades del entendimiento:

I. Que implica la certeza, esto es, que sabe que las cosas son formalmente, tal como están objetivamente contenidas en él

II. Que percibe algunas cosas o forma ciertas ideas absolutamente, y algunas a partir de otras. Así, la idea de cantidad la forma absolutamente, sin atender a otros pensamientos; en cambio, las ideas del movimiento, no las forma sino atendiendo a la idea de cantidad.

III . Las ideas que forma absolutamente, expresan la infinitud· en cambio las determinadas, las forma a partir de ot;as. Y así, la idea de cantidad, si la percibe por su causa, determina la cantidad, como cuando percibe que del movimiento de un plano surge un cuerpo, del movimiento de la línea surge el plano y, en fin, del movimiento del punto surge la línea; sin duda que estas percepciones no sirven para entender la cantidad, sino tan sólo para determinarla. Lo cual resulta claro del hecho de que concebimos que esas ideas surgen del movimiento siendo así que el movimiento no es percibido sin que sea percibida la cantidad, y de que incluso el movimiento realizado para trazar la línea podemos prolongarlo al infinito, lo cual no podríamos hacer en absoluto, si no tuviéramos la idea de una cantidad infinita.

IV. Que forma las ideas positivas antes que las negativas

V. Que percibe las cosas, no tanto bajo la (idea de) duración, cuanto bajo cíerta especie de eternidad y en número infinito. Mejor dicho, para percibir las cosas, no atiende ni al número ni a la duración. En cambio cuando imagina las cosas, las percibe en un número fijo y con determinada duración y cantidad.

VI. Que las ideas que formamos clara y distintamente, de tal modo parecen derivarse de la sola necesidad de nuestra naturaleza, que parecen depender exclusivamente de nuestro poder; y al revés las confusas, ya que muchas veces se forman contra nuestra voluntad.

VII. Que las ideas, que forma el entendimiento a partir de otras, las puede determinar la mente de muchas formas. Y así, para determinar el plano de la elipse, finge que un lápiz, sujeto a una cuerda, gira en torno a dos centros o concibe infinitos puntos que mantienen siempre una misma relación fija respecto a una línea recta dada o concibe un cono cortado por un plano oblicuo, de tal modo que el ángulo de inclinación sea mayor que el ángulo del vértice del cono, o de infinitas otras formas.

VIII. Que las ideas son tanto más perfectas, cuanta más perfección expresan de un objeto. Puesto que no admiramos tanto al arquitecto que ideó un templo cualquiera como a aquel que ideó un templo magnífico.

Aunque inconcluso, el Tratado que comentamos es una teoría del método de pensar, en el que Spinoza contesta a Descartes y se gana la admiración de Hegel al hacerle decir que

si se comienza a filosofar, hay que ser primero spinozista.

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1 Baruch de Espinosa: Ética demostrada según el orden geométrico, introducción, pág. 17. Ediciones Orbis, SA. 1980.

2 Baruch de Spinoza: Tratado de la reforma del entendimiento, pág. 75. Alianza Editorial, SA. Madrid 1988.

3 id., pág. 78.

4 id., pág. 79.

5 id., pág. 80.

6 id., págs. 81-82.

7 id., pág. 84.

8 id., pág. 85.

9 id., pág. 86.

10 id., pág. 89.

11 id.

12 id., págs. 93-94.

13 id., pág. 111.

14 id., pág. 114.

15

id., pág. 115.

16 id., pág. 116.

17 id., pág. 117.


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