11/02/2024

El método inductivo de Francis Bacon. La teoria de los idola.

Muchos consideran a Francis Bacon (1561-1626) como el iniciador de la filosofía moderna, especialmente por su crítica a las entonces tesis dominantes de Aristóteles. Solo tiene de común el nombre con el pintor expresionista irlandés Francis Bacon (1909-1992).

Hijo de una familia de la aristocracia funcionarial, hizo una rápida carrera en la administración y en la Corte inglesa, ocupando entre otros los cargos de Solicitador general y de Procurador general de la Corona hasta alcanzar la dignidad de lord Gran Canciller, desde los que toleró y encubrió los abusos del rey Jacobo I, lo que le valió una condena por corrupción con pena de prisión en la torre de Londres, una multa económica y una inhabilitación para desempeñar cargos en el Estado. Penas que no cumplió porque el rey no lo dejó a su suerte sino que lo puso en libertad a los dos días de encierro, le condonó la multa y más adelante le indultó para que pudiera participar de nuevo en la vida pública.

Su obra más destacada, Novum Organon, se escribe en oposición al Organon aristotélico, como sugiere el mismo título. Como ya vimos en un post anterior, Aristóteles fundamenta su teoría del conocimiento en el método deductivo, es decir, un razonamiento que pasa de lo general a lo particular y que utiliza como herramienta el silogismo. Para Bacon, el método deductivo es meramente especulativo y no sirve de fundamento a las ciencias. Mediante aforismos1, afirma que

11. De la propia suerte que las ciencias en su estado actual no pueden servir para el progreso de la industria, la lógica que hoy tenemos no puede servir para el adelanto de la ciencia.

12. La lógica en uso es más propia para conservar y perpetuar los errores que se dan en las nociones vulgares que para descubrirla verdad; de modo que es más perjudicial que útil.

13. No se pide al silogismo los principios de la ciencia; en vano se le pide las leyes intermedias, porque es incapaz de abarcar la naturaleza en su sutilidad; liga el espíritu, pero no las cosas.

Bacon propone obtener conclusiones que sean universalmente válidas a partir de la observación de la naturaleza y de los hechos concretos, mediante el método inductivo, en que el conocimiento se alcanza pasando de lo particular a lo universal2:

19. Ni hay ni pueden haber más que dos vías para la investigación y descubrimiento de la verdad: una que, partiendo de la experiencia y de los hechos, se remonta en seguida a los principios más generales, y en virtud de esos principios que adquieren una autoridad incontestable, juzga y establece las leyes secundarias (cuya vía es la que ahora se sigue), y otra, que de la experiencia y de los hechos deduce las leyes, elevándose progresivamente y sin sacudidas hasta los principios más generales que alcanza en último término. Ésta es la verdadera vía; pero jamás se la ha puesto en práctica.

La inducción consiste en formular hipótesis que se han de verificar mediante observaciones y experimentos. Pero resulta imprescindible identificar los errores que dificultan la aplicación del método inductivo, a los que denomina idola, ídolos3:

38. Los ídolos y las nociones falsas que han invadido ya la humana inteligencia, echando en ella hondas raíces, ocupan la inteligencia de tal suerte, que la verdad sólo puede encontrar a ella difícil acceso; y no sólo esto: sino que, obtenido el acceso, esas falsas nociones, concurrirán a la restauración de las ciencias, y suscitarán a dicha obra obstáculos mil, a menos que, prevenidos los hombres, se pongan en guardia contra ellos, en los límites de lo posible.

39. Hay cuatro especies de ídolos que llenan el espíritu humano. Para hacernos inteligibles, los designamos con los siguientes nombres: la primera especie de ídolos, es la de los de la tribu; la segunda, los ídolos de la caverna; la tercera, los ídolos del foro; la cuarta, los ídolos del teatro.

Los ídolos de la tribu son los errores que comete la especie humana por suponer que en la naturaleza hay más orden y regularidad que los que realmente existen4:

    41.Los ídolos de la tribu tienen su fundamento en la misma naturaleza del hombre, y en la tribu o el género humano. Se afirma erróneamente que el sentido humano es la medida de las cosas; muy al contrario, todas las percepciones, tanto de los sentidos como del espíritu, tienen más relación con nosotros que con la naturaleza. El entendimiento humano es con respecto a las cosas, corto un espejo infiel, que, recibiendo sus rayos, mezcla su propia naturaleza a la de ellos, y de esta suerte los desvía, y corrompe.

Los ídolos de la caverna son los prejuicios que tiene cada individuo por su peculiar idiosincrasia5:

    42. Los ídolos de la caverna tienen su fundamento en la naturaleza individual de cada uno; pues todo hombre independientemente de los errores comunes a todo el género humano, lleva en sí cierta caverna en que la luz de la naturaleza se quiebra y es corrompida, sea a causa de disposiciones naturales particulares de cada uno, sea en virtud de la educación y del comercio con los otros hombres, sea a consecuencia de las lecturas y de la autoridad de aquellos a quienes cada uno reverencia y admira, ya sea en razón de la diferencia de las impresiones, según que hieran un espíritu prevenido y agitado, o un espíritu apacible y tranquilo y en otras circunstancias; de suerte que el espíritu humano, tal como está dispuesto en cada uno de los hombres, es cosa en extremo variable, llena de agitaciones y casi gobernada por el azar. De ahí esta frase tan exacta de Heráclito, que los hombres buscan la ciencia en sus particulares y pequeñas esferas, y no en la gran esfera universal.

Los ídolos del foro son los errores que surgen del trato de unos hombres con otros, y consisten sobre todo en el mal uso del lenguaje por la utilización de términos de uso común con significados erróneos6:

    43. Existen también ídolos que provienen de la reunión y de la sociedad de los nombres a los que designamos con el nombre de ídolos del foro, para significar el comercio y la comunidad de los hombres de que tienen origen. Los hombres se comunican entre sí por el lenguaje; pero el sentido de las palabras se regula por el concepto del vulgo. He aquí porqué la inteligencia, a la que deplorablemente se impone una lengua mal constituida, se siente importunada de extraña manera. Las definiciones y explicaciones de que los sabios acostumbran proveerse y armarse anticipadamente en muchos asuntos, no les libertan por ello de esta tiranía. Pero las palabras hacen violencia al espíritu y lo turban todo, y los hombres se ven lanzados por las palabras a controversias e imaginaciones innumerables y vanas.

Por último, los ídolos del teatro son errores procedentes de la aceptación sin crítica de opiniones supuestamente autorizadas7:

    44. Hay, finalmente, ídolos introducidos en el espíritu por los diversos sistemas de los filósofos y los malos métodos de demostración; llamárnosles ídolos del teatro, porque cuantas filosofías hay hasta la fecha inventadas y acreditadas, son, según nosotros, otras tantas piezas creadas y representadas cada una de las cuales contiene un mundo imaginario y teatral. No hablamos sólo de los sistemas actualmente extendidos, y de las antiguas sectas de filosofía; pues se puede imaginar y componer muchas otras piezas de ese género, y errores completamente diferentes tienen causas casi semejantes. Tampoco queremos hablar aquí sólo de los sistemas de filosofía universal, sí que también de los principios y de los axiomas' de las diversas ciencias, a los que la tradición, una fe ciega y la irreflexión, han dado toda la autoridad.

En el libro segundo del Novum Organon, Bacon establece las claves para aplicar una inducción legítima y verdadera, que es en sí misma la clave de la interpretación, y para ello establece tres tablas. La primera, la tabla de presencia, sirve para identificar los supuestos en que aparece aquello que se desea estudiar, a lo que se llega buscando los casos más diversos que permitan aislar el aspecto que interesa8:

    11. Se procede así a la investigación de las formas: sobre la propiedad dada, es preciso ante todo hacer comparecer ante la inteligencia todos los, hechos conocidos que ofrecen aquella misma propiedad, aunque en materias muy diferentes. Es preciso hacer esa recolección a la manera del historiador, sin teoría preconcebida y sin demasiada sutilidad.

La segunda es la tabla de ausencia, en la que se identifican los supuestos similares a los anteriores pero en los que no está presente aquello que se desea estudiar9:

    12. En segundo lugar es preciso hacer comparecer ante la inteligencia todos los hechos en los que no se encuentra la propiedad dada, pues como hemos dicho, la ausencia de la propiedad dada implica la ausencia de la forma, lo mismo que la presencia de la una, implica la presencia de la otra. Pero citar todos estos hechos, sería empresa interminable.

    Por esto es preciso poner los hechos negativos, al lado de los afirmativos, e investigar la privación de la propiedad, sólo en los sujetos que más relación tienen con aquellos en los que la propiedad existe o aparece. Esto es lo que nosotros llamamos tabla de desaparición o de ausencia en los análogos.

Y la tercera es la tabla de grados, en la que se recoge la relación entre el aumento y disminución del fenómeno estudiado en los diferentes sujetos10:

    13. En tercer lugar es preciso hacer comparecer ante la inteligencia los hechos que presentan la propiedad estudiada, en grados diferentes, ya sea comparando el aumento y la disminución de la propiedad en el mismo sujeto, ya comparando la misma propiedad en sujetos diferentes. Puesto que, en efecto, la forma de una cosa es en realidad la cosa misma, y no difiere de ella sino como el ser difiere de la apariencia, el interior del exterior; dedúcese necesariamente, que nada debe admitirse por verdadera forma que no crezca y disminuya sin cesar, cuando aquello de que es forma crece y decrece.

Bacon dedica un número ingente de páginas a aplicar este método indagando la forma del calor. Resume así la operación11:

    15. El servicio y obra de estas tres tablas es lo que nosotros tenemos costumbre de llamar la comparecencia de los hechos ante la inteligencia. Lograda esta comparecencia, se debe trabajador la inducción. Es preciso encontrar en la comparecencia de todos y cada uno de los experimentos una propiedad tal, que esté en todas partes presente o ausente, que aumente o disminuya con la propiedad dada, y que sea, como más arriba hemos dicho, la limitación de una naturaleza más general.

El mecanismo inductivo de Bacon supone un gran avance científico porque abre nuevos caminos al lado de los tradicionales y es un punto de partida que será desarrollado por los autores posteriores.

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1 Novum Organon, p. 28. Ediciones Orbis. Barcelona 1984.

2 id., p. 29.

3 id., p. 31.

4 id., p. 32

5 id.

6 id.

7 id.

8 id., p. 90.

9 id., p. 91.

10 id., p. 99.

11 id., p. 106.

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