William James (1842-1910) nació en Nueva York en una familia de origen irlandés muy relacionada con las élites intelectuales de su época. Era hijo de un teólogo y hermano mayor del escritor Henry James, el autor de Las bostonianas1. Estudió en Europa, lo que le permitió un dominio del francés y del alemán. Aunque inicialmente se interesó por la pintura, acabó decantándose por los estudios de medicina, que interrumpió para formar parte de una combate. Fue profesor en Harvard, primero de anatomía y fisiología y después de filosofía.
James es uno de los promotores del pensamiento pragmatista, y en este punto, seguidor de Charles Sanders Peirce (1839-1914), para quien el significado de un pensamiento solo es comprensible en relación con la práctica, de modo que para adquirir una comprensión perfecta del pensamiento sobre un objeto debemos preguntarnos qué efectos prácticos puede implicar. Por eso, un significado que no sea práctico no tiene sentido.
James divulgó las tesis pragmatistas especialmente en un ciclo de conferencias que compiló en 1907 en una de sus obras más conocidas, Pragmatismo. Un nuevo nombre para algunos antiguos modos de pensar2.
En la conferencia segunda, El significado del pragmatismo, nos dice que el pragmatismo fue introducido en la filosofía por Charles Peirce en 1878 y que el término se deriva de la palabra griega πραγμα , que significa acción, de la que vienen nuestras palabras práctica y práctico3.
Siguiendo a Peirce, James señala que nuestras creencias son realmente reglas para la acción, y conviene que
para desarrollar el significado de un pensamiento necesitamos determinar qué conducta es adecuada para producirlo: tal conducta es para nosotros toda su significación.4
Para lograr una perfecta claridad en nuestros pensamientos de un objeto necesitamos solo considerar qué efectos concebibles de orden práctico puede implicar el objeto, qué sensaciones podemos esperar de él y qué reacciones habremos de preparar. El principio del pragmatismo es que nuestra concepción de tales efectos, sean inmediatos o remotos es para nosotros todo nuestro concepto del objeto, si es que esta concepción tiene algún significado positivo.
La aplicación práctica del principio del pragmatismo propone, ante una disyuntiva entre dos o más términos, preguntarse en qué aspectos variaría el mundo si fuera cierta esta alternativa o la otra. Para James, las ideas contrarias significan prácticamente la misma cosa, y un significado que no sea práctico es como si no existiera5.
Sorprende realmente advertir cuántas discusiones filosóficas perderían su significación si las sometieran a esta sencilla prueba de señalar una consecuencia concreta. No puede haber aquí una diferencia que no repercuta en otra parte: no puede existir diferencia en una verdad abstracta que no tenga su expresión en un hecho concreto y en la conducta consiguiente sobre el hecho, impuesta sobre alguien, de algún modo, en alguna parte y en algún tiempo. Toda la función de la filosofía debería consistir en hallar qué diferencias nos ocurrirían, en determinados instantes de nuestra vida, si fuera cierta esta o aquella fórmula acerca del mundo.6
Por ejemplo, ante la creencia o no en Dios, la respuesta pragmatista es que si dicha creencia provoca un efecto positivo en la persona es verdadera. O en un conflicto personal entre socios de una misma empresa, la solución verdadera para el pragmatismo es la que permita la continuidad de la empresa, que es el objetivo común.
James advierte que el pragmatismo representa la actitud empírica en filosofía, pero de un modo más radical y en una forma menos objetable, porque se aleja de abstracciones e insuficiencias, de soluciones verbales, de malas razones a priori, de principios inmutables, de sistemas cerrados y pretendidos absolutos y orígenes. Se vuelve hacia lo concreto y adecuado, hacia los hechos, hacia la acción y el poder. El pragmatismo significa el predominio del temperamento empirista y el abandono de la actitud racionalista, y no representa ningún resultado especial, porque solamente es un método7. El pragmatismo no implica resultados particulares y no tiene dogmas ni doctrinas, excepto su método8, que es solamente una actitud de orientación.
La actitud de apartarse de las primeras cosas, principios, categorías, supuestas necesidades, y de mirar hacia las cosas últimas, frutos, consecuencias, hechos.9
Se trata, en suma, de una concepción instrumental de la verdad. Utilizando palabras de Schiller y de Dewey, James sugiere que las ideas, que no son sino partes de nuestra experiencia, llegan a ser ciertas en cuanto nos ayudan a entrar en relación satisfactoria con otras partes de nuestra experiencia, a resumirlas y moverse entre ellas mediante atajos conceptuales en lugar de seguir la interminable sucesión de fenómenos particulares10. El proceso es el siguiente:
El individuo posee ya una provisión de viejas opiniones pero se encuentra con una nueva experiencia que las pone a prueba. Alguien las contradice, o, en un momento de reflexión, descubre que se contradicen las unas a las otras; o sabe de hechos con los que son incompatibles; o se suscitan en él deseos que ellas no pueden satisfacer. El resultado es una íntima molestia, a la que su mente ha sido extraña hasta entonces y de la que intenta escapar modificando sus previas masas de opiniones. Salvará de ellas cuantas pueda, pues en cuestiones de creencias somos todos extremadamente conservadores. Tratará de cambiar primero esta opinión, luego aquélla (pues se resistirán éstas a los cambios en grado muy diverso), hasta que finalmente surja alguna nueva idea que él pueda injertar en su vieja provisión con un mínimo de trastorno para ésta: una idea que sirva de intermediaria entre la provisión y la nueva experiencia, ajustándolas de modo feliz y expedito.11
La nueva idea será adaptada como verdadera. Preservará la vieja provisión de verdades con un mínimo de modificación, ensanchándolas lo suficiente para hacer admitir la nueva, pero concibiendo ésta tan familiarmente como el caso lo permita.
Una nueva idea cuenta como verdadera en cuanto satisface el deseo individual de asimilar la nueva experiencia a su provisión personal de creencias.12
James reconoce la extrañeza que puede causar decir que una idea es verdadera en tanto que creerla es beneficioso para nuestras vidas. Y aún admitiendo que una es buena porque es útil. ¿no supone un extraño uso, y erróneo, emplear la palabra verdad para llamar a las ideas verdaderas por esta razón?13 A lo que responde James que
la verdad es una especie de lo bueno y no como se supone corrientemente una categoría distinta de aquello coordinada con ello. La verdad es el nombre de cuanto en sí mismo demuestra ser bueno como creencia y bueno también por razones evidentes y definidas.14
Esta concepción de la verdad sugiere una dificultad: si una idea puede ayudarnos para orientarnos mejor en la vida, entonces sería realmente mejor para nosotros creer en tal idea, salvo que la creencia en ella no entrara en conflicto incidentalmente con otras ventajas vitales mayores. ¿con qué beneficios vitales se halla más expuesta a chocar cualquier creencia particular nuestra?
el enemigo mayor de cualquiera de nuestras verdades puede serlo el resto de nuestras verdades.15
Porque las verdades poseen siempre un desesperado instinto de autoconservación y deseo de aniquilar a lo que las contradice. Pero lo que aporta el pragmatismo es una actitud mediadora y conciliadora, que suaviza nuestras teorías:
En efecto, carece de prejuicios, de dogmas obstructivos y de cánones rígidos a los que apelar. Es completamente afable. Examinará cualquier hipótesis, considerará cualquier evidencia. Por esto en el campo religioso tiene gran ventaja sobre el positivismo empírico, de base antiteológica; y sobre el racionalismo religioso, caracterizado por un exclusivo interés en lo remoto, lo noble, lo sencillo y lo abstracto en el curso de la concepción.16
Para la cuestión de la existencia de Dios el pragmatismo ofrece un método que amplía el campo de búsqueda, ofreciendo ventajas respecto de las tesis tradicionales:
El racionalismo se aferra a lo lógico y al empíreo; el empirismo, a los sentidos externos. El pragmatismo se halla dispuesto a ambas cosas, a seguir lo lógico o los sentidos y a tener en cuenta la más humilde y la mayor parte de las experiencias personales. Tendrá en cuenta las experiencias místicas, si poseen consecuencias prácticas. Admitirá un Dios que habite en el polvo mismo de los hechos particulares, si le parece un lugar verosímil para encontrarlo.17
En la conferencia sexta, Concepción de la verdad según el pragmatismo, James introduce la cuestión a partir de la definición de verdad que contienen los diccionarios, que la consideran una propiedad de nuestras ideas y que significa adecuación con la realidad, así como la falsedad significa inadecuación con ella. Tanto el pragmatismo como el intelectualismo aceptan esta definición, y discuten sólo cuando surge la cuestión de qué ha de entenderse por los términos adecuación y realidad, cuando se juzga a la realidad como algo con lo que hayan de estar de acuerdo nuestras ideas18.
La noción más popular es que una idea verdadera debe copiar su realidad. Esto es realidad cuando se trata de reproducir cosas sensibles, como la idea de un reloj, nos dice James, pero cuando hablamos de cómo funciona el reloj, o de la función del reloj de marcar la hora, o de la elasticidad de su cuerda, es difícil desentrañar de qué son copias sus ideas.
Para los intelectualistas, la verdad significa esencialmente una relación estática inerte. Cuando se alcanza la idea verdadera de algo, se ha llegado al término de la cuestión, no es necesario ir más allá de esta culminación de su destino racional y se ha llegado a un estado de equilibrio.
En cambio, el pragmatismo, admitida como cierta una idea o creencia, se pregunta
¿qué diferencia concreta se deducirá de ello para la vida real de un individuo? ¿Cómo se realizará la verdad? ¿Qué experiencias serán diferentes de las que se obtendrían si estas creencias fueran falsas? En resumen, ¿cuál es, en términos de experiencia, el valor efectivo de la verdad?19
Lo que pregunta del pragmatismo comprende la respuesta:
Ideas verdaderas son las que podemos asimilar, hacer válidas, corroborar y verificar; ideas falsas, son las que no. Esta es la diferencia práctica que supone para nosotros tener ideas verdaderas; éste es, por lo tanto, el significado de la verdad, pues ello es todo lo que es conocido de la verdad.20
La tesis de James es que la verdad de una idea no es una propiedad estancada inherente a ella. La verdad acontece a una idea. Llega a ser cierta, se hace cierta por los acontecimientos. Su verdad es, en efecto, un proceso, el proceso de verificarse, su verificación. Su validez es el proceso de su validación.
La verdad es entonces algo esencialmente ligado con el modo en el que un momento de nuestra experiencia puede conducirnos hacia otros momentos a los que vale la pena de ser conducidos21.
Es algo indiscutible que nuestra experiencia se encuentra llena de regularidades. Una partícula de ella puede ponernos sobre aviso para alcanzar pronto otra y puede proponerse o ser significativa de ese objeto más remoto. El advenimiento del objeto es la verificación del significado. La verdad, en estos casos, que significa la verificación eventual, es manifiestamente incompatible con la desobediencia por nuestra parte. Por realidades u objetos entiende James aquí cosas del sentido común, sensiblemente presentes, o bien relaciones de sentido común tales como fechas, lugares, distancias, géneros, actividades. Tales orientaciones simple y plenamente verificadas son, sin duda alguna, los originales y arquetipos en el proceso de la verdad.
La verdad descansa en su mayor parte sobre su sistema de crédito. Nuestros pensamientos y creencias pasan en tanto ue no haya nadie que los ponga a prueba. Todo esto apunta a una verificación directa en alguna parte sin la que la estructura de la verdad se derrumba. Dice James: ustedes aceptan mi verificación de una cosa, yo la de otra de ustedes. Comerciamos uno con las verdades del otro, pero las creencias concretamente verificadas por alguien son los pilares de toda la superestructura22.
Además de la economía de tiempo, otra razón para renunciar a una verificación completa en los asuntos usuales de la vida, es que todas las cosas existen en géneros y no singularmente. Así, una vez verificadas directamente nuestras ideas sobre el ejemplar de un género nos consideramos libres de aplicarlos a otros ejemplares sin verificación.
Una mente que habitualmente discierne el género de una cosa que está ante ella y actúa inmediatamente por la ley del género sin detenerse a verificarla, será una mente exacta en el noventa y nueve por ciento de los casos, probado así por su conducta que se acomoda a todo lo que encuentra y no sufre refutación. Por eso
Los procesos que se verifican indirectamente o sólo potencialmente, pueden, pues, ser tan verdaderos como los procesos plenamente verificados. Actúan como actuarían los procesos verdaderos, nos proporcionan las mismas ventajas y solicitan nuestro reconocimiento por las mismas razones. Todo esto en el plano del sentido común de los hechos, que es lo único que ahora estamos considerando.23
La interpretación de la verdad de James es una interpretación de verdades, en plural, de procesos de conducción realizados in rebus, con esta única cualidad en común, que nos conducen en o hacia alguna parte de un sistema que penetra en numerosos puntos de lo percibido por los sentidos, que podemos copiar o no mentalmente, pero con los que en cualquier caso nos hallamos en una clase de relación vagamente designada como verificación.
La verdad para nosotros es simplemente un nombre colectivo para los procesos de verificación, igual que la salud, la riqueza, la fuerza, etcétera, son nombres para otros procesos conectados con la vida, y también proseguidos porque su prosecución retribuye. La verdad se hace lo mismo que se hacen la salud, la riqueza y la fuerza en el curso de la experiencia.24
La cualidad de la verdad, obtenida ante rem, significa pragmáticamente el hecho de que en un mundo tal, innumerables ideas actúan mejor por su verificación indirecta o posible que por la directa y real. Así, pues, verdad ante rem significa solamente verificabilidad (...).25
La crítica de las tesis pragmatistas sobre la verdad de James pone de relieve que identificar la verdad con la utilidad práctica conduce al relativismo y a negar la verdad objetiva. Además, fundamentar la verdad en la experiencia personal lleva a una subjetividad extrema que excluye verdades más allá de la persona individual, y desde luego las verdades universales. También se ha criticado la identificación de la verdad con la utilidad, ya que incluso semánticamente, decir que algo es útil no es lo mismo que decir que es verdadero.
________________________
1 Henry James Las bostonianas. Random House. Barcelona 2006.
2 William James Pragmatismo. Un nuevo nombre para algunos antiguos modos de pensar. Ediciones Orbis, SA. Barcelona 1984.
3 Pragmatismo..., op. cit., págs. 46-47.
4 id. pág. 47.
5 id., pág. 48.
6 id. págs. 48-49.
7 id., pág. 49.
8 id., pág. 50.
9 id., pág. 51.
10 id., pág. 52.
11 id., pág. 53.
12 id., pág. 55.
13 id., pág. 61.
14 id.
15 id., pág. 62.
16 id., pág. 63.
17 id.
18 id., pág. 130.
19 id., pág. 131.
20 id.
21 id., pág. 133.
22 id., págs. 133-135.
23 id., pág. 135.
24 id., pág. 140.
25 id., pág. 141.