06/04/2024

La epistemología de Thomas Hobbes

Thomas Hobbes (1588-1679) debe su lugar en la historia de la filosofía a su visión pesimista de la especie humana expuesta en su obra Leviatán, o la materia, forma y poder de una repúbica, eclesiástica o civil1, en la que niega el altruísmo natural del hombre proclamando que el hombre es un lobo para el hombre2 porque por naturaleza está inclinado a un irracional afán de dominio y la razón es impotente para guiarlo. Para la tranquilidad de todos, Hobbes propone la creación de un Estado al que los ciudadanos cedan sus derechos y libertades a cambio de protección. El miedo está presente en toda la antropología de Hobbes, que nació bajo la amenaza de invasión de Inglaterra por la Armada Invencible en parto prematuro ocasionado por el inminente desembarco, que hizo decir más adelante a Hobbes lo siguiente:

Mi madre dio a luz gemelos: yo mismo y el miedo.

Hobbes tuvo una gran formación en latín y griego, aunque no se interesó por la filosofía hasta su madurez. Gozó de larga vida para su época, puesto que murió a los 91 años habiendo tenido contactos con Descartes y Galileo.

La epistemología de Hobbes se expone en varias de sus obras, entre ellas en la primera parte de Leviatán, donde explica cómo se llega a la ciencia a partir de la senseaciones.

Para Hobbes, el pensamiento humano es la representación de algo exterior, a lo que llama objeto. El origen de todo es la sensación:

El origen de todo ello es lo que llamamos sensación (en efecto: no existe ninguna concepción en el intelecto humano que antes no haya sido recibida, totalmente o en parte, por los órganos de los sentidos). Todo lo demás deriva de este elemento primordial.3

En consecuencia, la causa de la sensación es el objeto que actúa sobre el órgano correspondiente: el gusto; el tacto; la vista, el oído y el olfato:

Esta apariencia o fantasía es lo que los hombres llaman sensación, y consiste para el ojo en una luz. o color figurada; para el oído en un sonido; para la pituitaria en un olor; para la lengua o el paladar en un sabor; para el resto del cuerpo en calor, frío, durez.a, suavidad y otras diversas cualidades que por medio de la sensación discernimos.4

Pero las sensaciones son diferentes de los objetos que las causan, son

distintos movimientos en la materia, mediante los cuales actúa ésta diversamente sobre nuestros órganos. En nosotros, cuando somos influídos por ese efecto, no hay tampoco otra cosa sino movimientos (porque el movimiento no produce otra cosa que movimiento).5

La sensación genera en nosotros lo que Hobbes denomina imagen o fantasía. El movimiento que generó la imagen no desaparece cuando se retira el objeto, sino que persiste dando lugar a la imaginación.

del mismo modo que vemos en el agua cómo, cuando el viento cesa, las olas continúan batiendo durante un espacio de tiempo, así ocurre también con el movimiento que tiene lugar en las partes internas del hombre, cuando ve, sueña, etc. En efecto: aun después que el objeto ha sido apartado de nosotros, si cerramos los ojos seguiremos reteniendo una imagen de la cosa vista, aunque menos precisa que cuando la veíamos.6

La imaginación es una sensación debilitada porque el objeto que la ha provocado ha sido retirado. Por eso, cuanto más tiempo transcurre desde la sensación más débil es la imaginación. Hobbes la llama sensación decadente.

Cuando queremos expresar ese decaimiento y significar que la sensación se atenúa, envejece y pasa, la llamamos memoria.7

La memoria de muchas cosas la llamamos experiencia. La memoria es simple imaginación, querepresenta el objeto tal y como lo percibieron los sentidos. La experiencia es compuesta cuando a partir de la sensación componemos otra imagen. Por ejemplo, cuando a partir de dos sensaciones, caballo y hombre, componemos la figura de un centauro.

Las imaginaciones de los que duermen constituyen los ensueños, que han sdo percibidos también por los sentidos.

La imaginación que se produce en el hombre o en los animales por medio de palabras u otros signos voluntarios se denomina entendimiento. En los animales, por hábito, llegan a entender la llamada o la reprimenda del amo. En cambio,

El entendimiento que es peculiar al hombre, es solamente comprensión de su voluntad, sino de sus concepciones y pensamientos, por la sucesión y agrupación de los nombres de las cosas en afirmaciones, negaciones y otras formas de expresión.8

Hobbes denomina discurso mental a la sucesión de un pensamiento a otro. Distingue dos clases, en función de si están gobernados o no por algún deseo o designio. Esta segunda clase son los pensamientos regulados, que a su vez adoptan dos direcciones:

Una cuando tratamos de inquirir las causas o medios que producen un efecto imaginado: este género es común a los hombres a los animales. Otra cuando, imaginando una cosa cualquiera tratamos de determinar los efectos posibles que se pueden producir con ella; es decir, imaginar lo que podemos hacer con una cosa cuando la tenemos.9

Esta segunda clase es solo propia del hombre. Hobbes lo resume así:

En suma, el discurso mental, cuando está· gobernado por designios, no es sino búsqueda o facultad de invención, lo que los latinos llamaban sagacitas y solertia; una averiguación de las causas de algún efecto presente o pasado, o de los efectos de alguna causa pasada o presente.10

Para Hobbes, la mayor invención ha sido el lenguaje,

que se basa en nombres o apelaciones, y en las conexiones de ellos. Por medio de esos elementos los hombres registran sus pensamientos, los recuerdan cuando han pasado, y los enuncian uno a otro para mutua utilidad y conversación. Sin él no hubiera existido entre los hombres ni gobierno ni sociedad, ni contrato ni paz, ni más que lo existente entre leones, osos y lobos.11

El lenguaje sirve para convertir nuestros discursos mentales en verbales, o la serie de nuestros pensamientos en una serie de palabras, con la finalidad de registrar las consecuencias de nuestros pensamientos, para recordarlos mediante marcas notas, y para que varias peronas utilicen las mismas palabras para comunicarse, mediante signos.

El lenguaje opera a través de nombres y la conexión entre ellos. Donde más evidente resulta el uso de palabras para registrar los pensamientos es en la numeración.

La verdad consiste en la correcta ordenación de los nombres en nuestras afirmaciones. Por ello, la definición ha de estar siempre en el comienzo de toda investigación.

Esto pone de relieve cuán necesario es para todos los hombres que aspiran al verdadero conocimiento examinar las definiciones de autores precedentes, bien para corregirlas cuando se han establecido de modo negligente, o bien para hacerlas por su cuenta. Porque los errores de las definiciones se multiplican por sí mismos a medida que la investigación avanza, y conducen a los hombres a absurdos que en definitiva se advierten sin poder evitarlos, so pena de iniciar de nuevo la investigación desde el principio; en ello consiste el fundamento de sus errores.12

En este punto, Hobbes identifica los nombres positivos, que señalan algo que está en la naturaleza o que puede ser imaginada por la mente del hombre, y que clasifica en cuatro grupos generales:

En primer término, una cosa puede considerarse como materia o cuerpo; como viva, sencilla, racional, caliente, fria, movida, quieta; bajo todos éstos nombres se comprende la palabra materia o cuerpo; todos ellos son nombres de materia. En segundo lugar puede entrar en cuenta o ser considerado algún. accidente o cualidad que concebimos estar en las cosas como, por ejemplo, ser movido, ser tan largo, estar caliente, etc.; entonces, del nombre de la cosa misma, por un pequeño cambio de significación, hacemos un nombre para el accidente que consideramos; y para viviente tomamos en consideración vida; para movido, movimiento; para caliente, calor; para largo, longitud; y así sucesivamente. Todas esas denominaciones son los nombres de accidentes y propiedades mediante los cuales una materia y cuerpo se distingue de otra. (...) En tercer lugar consideramos las propiedades de nuestro propio cuerpo mediante las cuales hacemos distinciones: cuando una cosa es vista por nosotros consideramos no la cosa misma, sino la vista, el color, la idea de ella en la imaginación: cuando una cosa es oída no captamos la cosa misma, sino la audición o sonido solamente, que es fantasía o concepción de ella, adquirida por el oído: y estos son nombres de imágenes. En cuarto lugar tomamos en cuenta, consideramos y damos nombres a los nombres mismos y a las expresiones: en efecto, general, universal, especial, equívoco, .son nombres de nombres. Y afirmación, interrogación, narración, silogismo, oración y otros análogos son nombres de expresiones.13

Por otro lado, los nombres negativos

son notas para significar que una palabra no es el nombre de la cosa en cuestión; tal ocurre con las palabras nada, nadie, infinito, indecible, tres no son cuatro, etc., y otras semejantes.

Por último, todos los demás nombres son sonidos sin sentido. Adoptan dos clases:

Una cuando son nuevos y su significado no está aún explicado por definición; gran abundancia de ellos ha sido puesta en circulación por los escolásticos y los filósofos enrevesados. Otra, cuando se hace un nombre de dos nombres, cuyos significados son contradictorios e inconsistentes, como, por ejemplo, ocurre con la denominación de cuerpo incorporal o (lo que equivale a ello) sustancia incorpórea, y otros muchos.14

Entender es cuando una persona oye una frase y tiene los pensamientos que dicha frase y su conexión pretenden significar.

comprensión no es otra cosa sino concepción derivada del discurso.15

Pero hay que considerar que los nombres no significan lo mismo para todas las personas, ya que lo que para uno significa crueldad, dice Hobbes, para otro es justicia, y lo que para uno es prodigalidad para otro es magnanimidad.

Aunque la naturaleza de lo que concebimos sea la misma, la diversidad de nuestra recepción de ella, motivada por las diferentes constituciones del cuerpo, y los prejuicios de opinión prestan a cada cosa el matiz de nuestras diferentes pasiones. Por consiguiente, al razonar un hombre debe ponderar las palabras; las cuales, al lado de la significación que imaginamos por su naturaleza, tienen también un significado propio de la naturaleza, disposición e interés del que habla (...)16

Hobbes considera que la razón es un cómputo, es decir, suma y sustracción, de las consecuencias de los nombres generales convenidos para la caracterización y significación de nuestros pensamientos. Y afirma también que la razón no es innata en nosotros, como sí lo son el sentido y la memoria, ni se adquiere solamente por la experiencia, como pasa con la prudencia, sino que se alcanza por el esfuerzo.

en primer término, por la adecuada imposición de nombres, y, en segundo lugar, aplicando un método correcto y razonable, al progresar desde los elementos, que son los nombres, a las aserciones hechas mediante la conexión de uno de ellos con otro; y luego hasta los silogismos, que son las conexiones de una aserción a otra, hasta que llegamos a un conocimiento de todas las consecuencias de los nombres relativos al tema considerado (...)17

Y con esto, Hobbes llega a la ciencia, que es el conocimiento de las consecuencias y de las dependencias de un hecho respecto de otro.

Del mismo modo que mucha experiencia es prudencia, así mucha ciencia es sapiencia.18

Con el lenguaje el hombre puede hacer ciencia definiendo sus conceptos, introduciéndolos en proposiciones y elaborando silogismos que, si son correctos, llevan a conclusiones universales.


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1 Utilizamos en este post la edición de Leviatán, Fondo de Cultura Económica, México, quinta reimpresión (2005) de la segunda edición en español (1980).

2 Homo homini lupus, que es una expresión probablemente tomada de La comedia de los asnos, también denominada Asinaria, de Plauto, en la que se dice que lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconce quién es el otro (lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit). Boblioteca clásica Gredos 170.

3 Leviatán, op. Cit., pág. 6.

4 id., pág. 7

5 id.

6 id., pág. 9.

7 id., pág. 11.

8 id., pág. 15.

9 id., págs. 17-18.

10 id., pág. 18.

11 id., pág. 22.

12 id., pàg. 27.

13 id., págs. 28-29.

14 id., pág. 29.

15 id., pág. 30.

16 id., págs. 30-31.

17 id., págs. 36-37.

18 id., pág.38.


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